jueves, 22 de octubre de 2009

Freecandombe, Jazz del río de barro, Faro de la tarde, Macata cuarteto, Encrucijada al sur

Freecandombe con Toto Moscovich :

La decisión

Si el problema era atravesar el puente o enfrentar el mundo desconocido que se encontraba del otro lado, eso nadie lo sabía.
Si era despedirse de los registros habituales de comprensión o hacer una nueva interpretación de los paisajes presentes, eso tampoco era algo claro. Lo que sí lo era es la necesidad de caminar y atravesar todo el camino desértico, mirar el puente para luego tomar una decisión.
La responsabilidad de ese acto caía en un particular sedimento de la memoria, un recuerdo profundo que silba en el olvido para reaparecer por brevísimos instantes y perderse en otro silbido, el del viento entre las cañas.
La amenaza de la lluvia le da un marco dificultoso al camino.
Los relámpagos que se acercan entre las nubes indicaban que pronto los remolinos de tierra que aparecen espontaneamente se van a hundir como una película fina en la superficie.
Ahora la lluvia empieza a actuar llenando la zanja al costado del camino y borrando de esta manera todos los pasos en un nuevo paisaje de nubes como si fuera una alegoría extraña del sentimiento, cuando se observa el horizonte inmenso que escapa a los ojos cotidianos.
Además, el tiempo desde las formas moldeadas del desierto ofrece a esas inmensidades un encantamiento único, algo que se transforma en un presentimiento inquieto cuando se hace visible el puente al final del camino.
La lluvia lo borraba todo, al propio camino y cada señal de existencia que condujera al puente. Mientras tanto, las personas presentes hablan en la noche debajo de un toldo, conformando un círculo de preguntas en la habitación inventada del desierto.
Imperceptiblemente, el vacío insignificante de la duda se abre en el espacio de una duda mayor : la duda del futuro. Y así toda la realidad se consumía en una pregunta, en la pregunta del tiempo desde la luminosidad cuando amanece.
De forma extraña, esto tenía un sentido liberador porque acercaba los pensamientos de las personas al impredecible poder del viento.

Cuando se detuvo el temporal, el sol todavía no había salido y un barco de piedra milenario descansaba en un borde lejano. Al principio se apreciaba sólo como alguna construcción indefinida, pero con los primeros rayos del sol, se configuró el perfil de una forma muy antigua de arca de madera ya petrificada.
Al estar más cerca del lugar se hizo visible que la construcción estaba semienterrada y que sólo sobresalían en su parte superior las paredes laterales de un techo a dos aguas con agujeros pequeños como dispositivos de ventilación.
El hallazgo de esta nave fue un hecho profundamente intrigante.
De alguna manera ese desierto en otra época fue el lecho de un mar o un gran lago, ya que también aparecieron restos fósiles marinos como caracoles y texturas en las piedras de lo que alguna vez fueron algas.
Al acercarse al puente el paisaje se volvía extraño. También las piedras adquirían formas y colores llamativos. Y el viento, contrario a la dirección de los caminantes, se tornaba particularmente helado.
El puente atravesaba un acantilado de una profundidad indefinida. Era de piedra muy afilada y compacta pero carecía de protecciones o barandas.
Cuando ellos llegaron al extremo oriental del lugar un ave muy grande, una especie desconocida de garza amarilla, se posó en el centro aproximado de la construcción y empezó a batir las alas como queriendo decir algo, anunciar alguna cosa a los visitantes.
Era el momento de la decisión, esto es, si volver por el camino semiborrado por la lluvia, quedarse en el lugar y habitar el barco antiguo o alguna cueva cercana o atravesar el puente.
El grupo se dividió en tres grupos pequeños y las voces nocturnas del desierto volvieron a ganar el espacio inmenso.
Esto ocurre cuando un hombre en otro lugar se despierta con el recuerdo de haber tenido un sueño donde junto a un grupo de personas se acerca por un camino largo a un puente. Y se trataba del mismo sueño que había tenido muchas veces, incluso en la niñez.
Ahora el hombre cierra la puerta de su casa y emprende el camino a un lugar desconocido y al rato se encuentra con otras personas que van en la misma dirección.

Ellos caminan en la búsqueda del puente, en la búsqueda del sueño.

M.J.

 

 

 

 Jazz del río de barro:

(Imagen :"Músicos" de Picasso)



Dificil me resulta concebir una proximidad conceptual mayor a la idea de Serialismo Hipertonal que en el trabajo musical compartido que denominé Jazz del río de Barro. La fluctuación de ejes tonales sumado a paralelismos armónicos que resultan en significaciones puramente rítmicas es semejante a la ruptura de la perspectiva desarrollada en la época del cubismo en el mundo de la pintura por Picasso. Entonces aquí las interpolaciones melódicas enlazan acordes ocultos que circulan en el agua de la música alternando procesos contrapuntísticos libres con bloques armónicos en una apariencia imprevisible que se traduce en un juego de opuestos de rangos dinámicos, armonía-contrapunto, monodía modal a procesos politonales y desarrollo de texturas que se pierden en hilos melódicos que vuelven a perderse en otras texturas sonoras como bloques de tiempo-espacio donde las estructuras físicas más básicas (notas musicales y acordes) se superponen al cobrar permeabilidad apareciendo de este modo tratamientos particulares de especies armónicas saturadas de tritonos que no resuelven ni tienen el espacio naturalmente clásico para reposar. Con estos recursos y un poco en forma de acumulación de intuiciones logramos sumergirnos en las sonoridades de los paisajes urbanos donde las luces de las autopistas y los edificios de cemento parecen enredar nuestras miradas privándonos del instante infinito del horizonte, para encontrar el sol más tarde sobre el final de una avenida.
Las sesiones musicales fueron realizadas junto a Daniel Harari y Mono Hurtado.
                                                                        M.J.



 

  Canción a los ancestros americanos.

En el cuerpo de tu danza
se hunde la tarde.
Y tus hijos sueñan lugares soles,
volcanes,
siglos,
serpientes,
cuervos,
anillos.
Porque los que desandan
manos de melodía
abren el pecho de tu canción.
Y beben noche, barro y rocío
en un día de eternidad,
aunque a veces
tu voz se adormece en una mañana clara
y sin viento.

M.J.
 
 

Oleo.

El hombre, escuchaba una música
y miraba el mar.
Entonces gira pensando
que algo debió suceder para olvidarla.
Para olvidar el silencio
y la profundidad del aire,
las voces de las aves personas y las plantas.

El hombre mira el recuerdo que lo mira
y le dice susurrando : _ Todavía no es tiempo
para mirarnos a los ojos.
Ahora aparece el calor del mediodía.

El hombre, es un chico que camina en la arena
y piensa cuando escribe con los piés :
_ La ola que brilla, la ola opaca
y la espuma,
son invisibles en el tiempo
o algo debió pasar,
algo debió pasar
para olvidarla.

Desde el mar
se acercan canastas de barcos pescadores
con pedazos de soga,
un hueso de una ballena y algas.
Pero no hay indicios de lo otro
mas allá del viento de la tarde.

La tarde desaparece
con la espuma en la arena.
Entonces
tampoco quedan señales de la tarde.

 

M.J.

Encrucijada al sur:
 
La música como manantial entre las rocas inventa senderos de agua. Estos senderos se bifurcan para crear nuevos caminos.
El sonido es recuerdo y por eso dibuja memorias para viajar al sentido de las palabras.
Las palabras son el signo de un olvido que a veces se moja con la lluvia.
Constelaciones de sonidos construyen de las palabras luces y sombras y borran del día las horas y así gotas de letras caen como notas de música en un piano.
"Targo" es un título entre otros nombres que viven en la encrucijada y del mismo modo "El día que sergio dio la vuelta al mundo en un satélite ruso" es otro título, "Numen" es un solo de piano y "Sombras del puerto" cambia de nombre todas las tardes.
Sergio Paolucci expresándose con su saxofon resuelve pasajes musicales con la fluidez del agua y de ahí el valor de la metáfora.
Las construcciones melódicas se desarrollan en distintos planos dimensionales y las intenciones contrapuntísticas desarman las armonías en estructuras fractales que reaparecen en nuevos caminos.
La Encrucijada es inevitable ante lo nuevo, y lo nuevo es la perla del tiempo que dibujamos con sonido.
Trabajar estas partituras nos significó argumentar significados detrás de lo aparente a un objeto.
Este objeto son manchas de tinta en una hoja que se transforman en remolinos de carreteras del desierto para
dar vida a otra cosa, y esa otra cosa es esa otra música en algo más acá de un instante.
Encrucijada al sur es una especulación vital sobre la forma azarosa que dejan las gotas de la lluvia en un papel atrapadas en un espejo para repetirse en otros espejos cruzando el mar. Y así las melodías son texturas que integran las coloraturas de los acordes que se desprenden desde el piano.
La grabación la preparamos con algunos ensayos. La asistencia técnica la realizó Julio Costa en T.N.T.
El espíritu tanguero lo aportó la tarde de Buenos Aires y el costado mágico del sonido nuestra humilde insistencia (y este es un título que guardamos para más adelante).

M.J.